Desde que llegas se percibe una armonía sinestésica, con detalles como la técnica YAKISUGI utilizada en el plafón que nos evoca a través de la vista aromas de horno de leña y sabor ahumado que nos acompañara en todo el recorrido.
Se tiene además una posición privilegiada, el comensal dispone de una vista de 180 grados hacia el exterior, particularmente al ingreso, que se convierte en pasarela, se mezcla pues en el mismo espacio, el estilo, la convivencia y la buena cocina.
En esta ocasión se optó por separar del servicio al cliente en el lugar del servicio para llevar y de reparto, separando también el proyecto constructivo en etapas que nos permitieran una pronta puesta en marcha de la unidad negocio, su consolidación y de este modo la autofinanciación de la segunda etapa.
Así pues, abordando el proyecto desde todas sus aristas, “metiéndonos hasta la cocina” logramos entrar pisando fuerte con un desarrollo arquitectónico que en pocos años se ha convertido ya en referente en la ciudad, dando la impresión de que siempre estuvo ahí.